Fuente:rhmanagement.cl
El mayo feminista de nuestro país, hace tres años ya, tuvo muchas postales que lo graficaron. En lo personal me impactó la foto que se tomaron los rectores del CRUCH alrededor de la estatua de Bello en las dependencias de la Universidad de Chile. Todos varones, todos de chaqueta y corbata, todos maduros, todos de clase media alta, sin discapacidad, sin minorías étnicas ni culturales. Todos orgullosos de su impronta y poderío, orgullosos de su inmaculada homogeneidad. Ciegos, sordos y mudos ante la manifestación más masiva e incidente del feminismo chileno de los últimos años, manifestación que justamente se alzaba desde la critica profunda a la organización patriarcal de las universidades.
No obstante la indiferencia de este grupo masculino en particular, el movimiento feminista de 2018 caló hondo en el alma nacional y mucho se ha removido desde ese momento. Las inequidades, desigualdades e injusticias que sufrimos las mujeres y otras minorías se han visibilizado de manera importante, la palabra género, el feminismo, las cuotas, las estadísticas de participación, o no participación, en los distintos ámbitos de lo social se multiplicaron. Hoy no hay institución que no se jacte de tener una ‘encargada de género’, un ‘enfoque de género’, una ‘política de género’ o al menos una declarada intención de aspirar a la paridad. Nuestra mayor ilusión, hoy por hoy, es la expectativa de una comisión constituyente paritaria que debiera redactar la primera constitución del mundo desde una supuesta equidad de género entre sus integrantes. En todo esto se apoyan quienes sostienen que ‘mucho se ha avanzado’…
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