Las problemáticas de inequidades socio – espaciales se vienen discutiendo desde hace largo tiempo en la academia. Al retorno de la democracia y con los datos censales de los años 1992, posteriormente 2002 y diversas encuestas CASEN, existió un boom de diversos trabajos que daban cuenta en Santiago y regiones, de las graves segregaciones e iniquidades en diversos ámbitos: movilidad, acceso a equipamiento básico, vivienda, ingreso y un sin fin de variables. No obstante, pese a todo ese discurso, plasmado en papers de diversa índole, desde el desarrollo de políticas públicas fue poco lo considerado. Desde la academia se ha participado activamente en estos diseños, cuyo impacto en las mejoras de la población han sido escasos, o al menos eso podríamos inferir por la situación que vive el país.
Discutamos algunos ejemplos. El primero es el Transantiago o ahora Red. Tal política emana con los aportes de profesores de las más prestigiosas universidades del país. Atribuirle de manera íntegra el fracaso sería exagerado, todos fuimos testigos que su aplicación no fue la correcta, sin embargo, llama profundamente la atención, que lo participantes en su diseño hoy en día dan cátedra de las problemáticas y nos proponen soluciones, cuando en su momento guardaron un gran silencio.
Otro ejemplo que podríamos apreciar son los 2 grandes centros de estudios sociales y urbanos que existen en la actualidad. El Centro de Desarrollo Urbano Sustentable CEDEUS y Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social COES, con financiamientos millonarios comparados a otros proyectos, fueron incapaces de poner sobre la mesa las problemáticas de la ciudad y el transporte. No lograron visibilizar y traspasar a la clase política los diagnósticos que se habían realizado, entonces, ¿quién hizo mal la pega?
Es cierto, no se le puede transferir a dos centros lo que todos hemos sido incapaces de producir y transferir, pero no es menor verdad que cuando comenzamos a ver ciertos actores que han sido parte, sus vínculos con el establishment político, entre Gobierno y universidades, merece al menos ser cuestionados. Ejemplos hay muchos y podríamos observar las personas que han compuesto el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano o en subsecretarías del Estado.
La consecuencia entre ciencia e investigación es difícil, cuando somos muchas veces incapaces de vivenciar la pobreza, la desesperación del endeudamiento, el hambre, entre muchas otras. Podemos observarlas. Pero lograr comprender desde nuestro confort material o para algunos incluso intelectual, resulta complejo, pero al menos, hago personalmente el mea culpa de ser incapaz de generar un traspaso y creo que es un deber moral que otras instituciones lo lleven a cabo con una profunda reflexión.
Francisco Maturana, académico Departamento de Geografía Facultad de Ciencias Sociales
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